martes, 8 de diciembre de 2009

Las mujeres en el Opus Dei

Nuestro capellán nos ha mandado esta entrevista:

Las mujeres en el Opus Dei

NUEVA YORK, jueves 3 diciembre 2009

Nos hemos encontrado con Marie Oates en la sede del Opus Dei en Nueva York. Su deseo de mostrar cómo viven las mujeres el carisma del Opus Dei ha dado como resultado su libro "Women of Opus Dei: in Their Own Words" (Mujeres del Opus Dei, según sus propias palabras).

Escrito en colaboración con Linda Ruf y Jenny Driver (Crossroad Publishing, 2009), los perfiles del libro presentan desde una doctora por Harvard a mamás amas de casa, pasando por una graduada en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).

De este modo el volumen presenta a las "mujeres de la más intrigante organización del catolicismo".

--Finalmente alguien habla sobre las mujeres en el Opus Dei. Las mujeres integran la mitad - algunos creen que mucho más de la mitad - del número total de miembros del Opus Dei en Estados Unidos y en el mundo, pero la mayoría de la gente no les conoce a ustedes. ¿Por qué esta falta de protagonismo?

--Oates: Como parte de la Iglesia católica, el Opus Dei existe para ayudar a hombres y mujeres laicos a encontrar y amar a Dios a través de su trabajo --cualquiera que este sea-- y los acontecimientos diarios que llenan una vida normal. Pero tener una vocación al Opus Dei no cambia el hecho de que sus miembros siguen siendo simples fieles laicos, iguales a otros fieles de la Iglesia católica.

Las personas en el Opus Dei no van haciendo alarde de su vocación al Opus Dei. En general, intentan centrarse en ser "chicos o chicas normales" con sus colegas, familia y amigos, intentando al mismo tiempo ser más parecidos a Cristo en su trabajo y con cualquiera con quien entren en contacto. En este sentido, cada uno se esfuerza personalmente en dar gloria a Dios y dar un testimonio cristiano por el modo en que hacen su trabajo y por sus relaciones personales.

Los lectores encontrarán que hay mucho "protagonismo" - como también imperfecciones y defectos humanos - entre las mujeres presentadas en el libro.

Cada una es la protagonista de su único y personal esfuerzo por vivir su llamamiento a la santidad como persona laica.

--¿Hay un prototipo de mujer del Opus Dei?

--Oates: No. Como verán los lectores, las mujeres que se presetna en "Women of Opus Dei: In Their Own Words" son todas únicas.

Las mujeres del libro, como todas las mujeres - y hombres - en el Opus Dei, provienen de todas las clases sociales. Cuatro de las 15 mujeres presentadas en el libro son convertidas al catolicismo. Tres de ellas tienen una herencia afroamericana; algunas provienen de ambientes asiáticos e hispanos. Algunas son madres y amas de casa - un importante trabajo profesional estimado como tal por San Josemaría Escrivá. Algunas son madres que llevan adelante sus familias y otras profesiones.

Hay una científica, un par de doctoras - incluyendo una de las fundadoras del Hospice Movement en Estados Unidos, profesionales de servicios hospitalarios, del cuidado de niños, algunas educadoras, la presidenta de un college para mujeres, la directora ejecutiva de una organización sin ánimo de lucro, etc.

La mayoría de las mujeres están casadas, algunas solteras. Lo que comparten en común es su vocación - que es la misma llamada sin importar sus circunstancias diversas.

Aunque cada una tiene sus propios defectos y luchas personales, como cualquiera, todas aman profundamente su fe católica y encuentran que su vocación al Opus Dei las ayuda a querer, vivir y comunicar dicha fe más fácilmente.

Las mujeres (y los hombres) en el Opus Dei son católicos normales que quieren responder cada día al profundo amor y bondad de Dios.

--El Opus Dei, ¿ofrece algo característico a las mujeres en términos de formación, formas de comportamiento?

--Oates: La formación ofrecida por el Opus Dei, una prelatura personal de la Iglesia católica, simplemente se hace eco de la formación cristiana recomendada por la Iglesia para todos los fieles - hombres y mujeres. Los programas cristianos son los mismos para hombres y mujeres - aunque se llevan a cabo de forma independiente para cada uno.

La independencia de los programas de formación de las mujeres de aquellos de los hombres ha sido sobre todo parte del carisma fundacional que San Josemaría recibió de Dios. Funciona con eficacia en las actividades formativas del Opus Dei, pero puede que no sea así para otras organizaciones católicas.

Entiendo que una de los rasgos distintivos de la formación es que es ofrecida por laicos y sacerdotes. Intenta ser práctica para ayudar a la gente a vivir las virtudes cristianas en su lugar de trabajo, en sus actividades diarias normales.

--En su libro es imposible encontrar la afiliación política de las mujeres. ¿Está hecho a propósito o simplemente no entraba en el tema?

--Oates: Está hecho a propósito porque no importa. Déjeme explicárselo. Se anima a los miembros del Opus Dei, como seres humanos libres, a ser ciudadanos responsables, a votar, a interesarse por la política pública que les afecta a ellos y a los demás en los diferentes países y comunidades.

Es decir, los miembros del Opus Dei son completamente libres en el asunto del voto, la política, la afiliación a un partido político, etc. El Opus Dei es totalmente a político. Sus fines son completamente espirituales. La gentes en el Opus Dei tiende a extenderse en todo el abanico político - algunos son liberales, algunos son conservadores, algunos son moderados, etc. Como católicos devotos, suelen compartir puntos de vista similares en los "temas calientes" de moral como el aborto, la eutanasia, la ética sexual, la justicia social, la bioética, etc. - todos los cuales tienen repercusiones políticas.

No obstante, se les anima a decidir en este y en otros temas de política pública de acuerdo con su conciencia. No hay una postura única que adopte la gente en el Opus Dei cuando considera estos y otros asuntos de política. Como cristianos, rezan y reflexionan sobre los temas, y luego asumen sus propias decisiones políticas basadas en las opciones que tienen a su disposición.

--¿Considera usted que estas mujeres representan al Opus Dei que pensó el fundador, San Josemaría Escrivá?

--Oates: Me gusta creerlo así. Estas mujeres son todas normales, no son perfectas, pero se han comprometido a luchar cada día por mantener a Jesús al frente y en el centro de sus vidas. Todos somos "obras en fase de creación" hasta que morimos.

Nuestra existencia sobre la tierra es una peregrinación mientras caminamos en el tiempo hacia nuestro destino definitivo: la vida eterna con Dios. Dios nos da el tiempo aquí en la tierra para cultivar los talentos que se nos han dado y para sacar lo mejor de ellos a su servicio y al servicio de las almas que nos rodean.

Creo que San Josemaría estaría contento con la dedicación, el empeño y la diversidad de estas mujeres - y de las miles no incluidas en este libro.

Es probable que, si las tuviéramos a todos juntas en una habitación, no las felicitaría por estar en el Opus Dei, más bien las desafiaría a ser mujeres más valientes. Las animaría a intentar ser más generosas en su amor a Dios y en el espíritu de servicio. Las impulsaría a soñar apostólicamente con una visión del mundo, a seguir luchando para ser mejores, a convertirse diariamente.

Él solía decir sobre sí mismo que, personalmente, había desempeñado el papel del hijo pródigo cada día de su vida, y que la mayoría de nosotros necesitamos tener cada día pequeñas y grandes conversiones, volviéndonos hacia Dios.

Por Miriam Díez i Bosch

miércoles, 7 de octubre de 2009

Testimonio de Vida

Hace poco, una persona que frecuenta los medios de formación que se imparten en Rodela, nos contaba que su prima se está preparando para entrar en el Monasterio de las Clarisas de Lerma.

La que escribe este post, conoce a varias chicas que, formadas en un centro del Opus Dei como Rodela, han descubierto su vocación religiosa, y están en Lerma, son Carmelitas o Hijas de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, es una gozada!
En este video que os proponemos esta semana, el padre Raniero Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia les hace una visita que se retransmitió en la televisión pública italiana. Esperamos que os guste!

lunes, 5 de octubre de 2009

El cardenal Ratzinger y san Josemaría Escrivá

Siempre me ha llamado la atención el sentido que Josemaría Escrivá daba al nombre Opus Dei; una interpretación que podríamos llamar biográfica y que permite entender al fundador en su fisonomía espiritual. Escrivá sabía que debía fundar algo, y a la vez estaba convencido de que ese algo no era obra suya: él no había inventado nada: sencillamente el Señor se había servido de él y, en consecuencia, aquello no era su obra, sino la Obra de Dios. Él era solamente un instrumento a través del cual Dios había actuado.

Al considerar esta actitud me vienen a la mente las palabras del Señor recogidas en el evangelio de San Juan 5,17: «Mi Padre obra siempre». Son palabras expresadas por Jesús en el curso de una discusión con algunos especialistas de la religión que no querían reconocer que Dios puede trabajar en el día del sábado. Un debate todavía abierto y actual, en cierto modo, entre los hombres --también cristianos-- de nuestro tiempo. Algunos piensan que Dios, después de la creación, se ha «retirado» y ya no muestra interés alguno por nuestros asuntos de cada día. Según este modo de pensar, Dios no podría intervenir en el tejido de nuestra vida cotidiana; sin embargo, en las palabras de Jesucristo encontramos la respuesta contraria. Un hombre abierto a la presencia de Dios se da cuenta de que Dios obra siempre y de que también actúa hoy; por eso debemos dejarle entrar y facilitarle que obre en nosotros. Es así como nacen las cosas que abren el futuro y renuevan la humanidad.

Todo esto nos ayuda a comprender por qué Josemaría Escrivá no se consideraba «fundador» de nada, y por qué se veía solamente como un hombre que quiere cumplir una voluntad de Dios, secundar esa acción, la obra -en efecto- de Dios. En este sentido, constituye para mí un mensaje de gran importancia el teocentrismo de Escrivá de Balaguer: está en coherencia con las palabras de Jesús esa confianza en que Dios no se ha retirado del mundo, porque está actuando constantemente, y en que a nosotros nos corresponde solamente ponernos a su disposición, estar disponibles, siendo capaces de responder a su llamada. Es un mensaje que ayuda también a superar lo que puede considerarse como la gran tentación de nuestro tiempo: la pretensión de pensar que después del big bang, Dios se ha retirado de la historia. La acción de Dios no «se ha parado» en el momento del big bang, sino que continúa en el curso del tiempo, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de los hombres.

El fundador de la Obra decía: «Yo no he inventado nada, es Otro quien lo ha hecho todo. Yo he procurado estar disponible y servirle como instrumento». Esta palabra, y toda la realidad que llamamos Opus Dei, está profundamente ensamblada con la vida interior del Fundador, que aún procurando ser muy discreto en este punto, da a entender que permanecía en diálogo constante, en contacto real con Aquel que nos ha creado y obra por nosotros y con nosotros. De Moisés se dice en el libro del Éxodo (33,11) que Dios hablaba con él «cara a cara, como un amigo habla con un amigo». Me parece que, si bien el velo de la discreción esconde algunas pequeñas señales, hay fundamento suficiente para poder aplicar muy bien a Josemaría Escrivá eso de «hablar como un amigo habla con un amigo», que abre las puertas del mundo para que Dios pueda
hacerse presente, obrar y transformar todo.

En esta perspectiva se comprende mejor qué significa santidad y vocación universal a la santidad. Conociendo un poco la historia de los santos, sabiendo que en los procesos de canonización se busca la virtud «heroica» podemos tener, casi inevitablemente, un concepto equivocado de la santidad porque tendemos a pensar: «Esto no es para mí». «Yo no me siento capaz de realizar virtudes heroicas». «Es un ideal demasiado alto para mí». En ese caso la santidad estaría reservada para algunos «grandes» de quienes vemos sus imágenes en los altares y que son muy diferentes a nosotros, pecadores normales. Tendríamos una idea totalmente equivocada de la santidad, una concepción errónea que ya fue corregida --y esto me parece un punto central-- por el propio Josemaría Escrivá.

Virtud heroica no quiere decir que el santo sea una especie de «gimnasta» de la santidad, que realiza unos ejercicios inasequibles para llevarlos a cabo las personas normales. Quiere decir, por el contrario, que en la vida de un hombre se revela la presencia de Dios, y queda más patente todo lo que el hombre no es capaz de hacer por sí mismo. Quizá, en el fondo, se trate de una cuestión terminológica, porque el adjetivo «heroico» ha sido con frecuencia mal interpretado. Virtud heroica no significa exactamente que uno hace cosas grandes por sí mismo, sino que en su vida aparecen realidades que no ha hecho él, porque él sólo ha estado disponible para dejar que Dios actuara. Con otras palabras, ser santo no es otra cosa que hablar con Dios como un amigo habla con el amigo. Esto es la santidad.

Ser santo no comporta ser superior a los demás; por el contrario, el santo puede ser muy débil, y contar con numerosos errores en su vida. La santidad es el contacto profundo con Dios: es hacerse amigo de Dios, dejar obrar al Otro, el Único que puede hacer realmente que este mundo sea bueno y feliz. Cuando Josemaría Escrivá habla de que todos los hombres estamos llamados a ser santos, me parece que en el fondo está refiriéndose a su personal experiencia, porque nunca hizo por sí mismo cosas increíbles, sino que se limitó a dejar obrar a Dios. Y por eso ha nacido una gran renovación, una fuerza de bien en el mundo, aunque permanezcan presentes todas las debilidades humanas. Verdaderamente todos somos capaces, todos estamos llamados a abrirnos a esa amistad con Dios, a no soltarnos de sus manos, a no cansarnos de volver y retornar al Señor hablando con Él como se habla con un amigo sabiendo, con certeza, que el Señor es el verdadero amigo de todos, también de todos los que no son capaces de hacer por sí mismos cosas grandes.

Por todo esto he comprendido mejor la fisonomía del Opus Dei: la fuerte trabazón que existe entre una absoluta fidelidad a la gran tradición de la Iglesia, a su fe, con desarmante simplicidad, y la apertura incondicionada a todos los desafíos de este mundo, sea en el ámbito académico, en el del trabajo ordinario, en la economía, etc. Quien tiene esta vinculación con Dios, quien mantiene un coloquio ininterrumpido con Él, puede atreverse a responder a nuevos desafíos, y no tiene miedo; porque quien está en las manos de Dios, cae siempre en las manos de Dios. Es así como desaparece el miedo y nace el coraje de responder a los retos del mundo de hoy.

Cardenal Joseph Ratzinger
Roma 2002

lunes, 14 de septiembre de 2009

Carta a los jóvenes con motivo de la peregrinación de su Cruz

Mis queridos jóvenes:

El día 14 de Septiembre, festividad de la exaltación de la Santa Cruz, dará comienzo la peregrinación de la Cruz de los Jóvenes por la diócesis de Madrid. Esta Cruz, que el Siervo de Dios Juan Pablo II entregó a los jóvenes en el año 1984 para que la llevaran por el mundo entero, junto al icono de la Virgen María, es un hermoso signo de lo que significan las Jornadas Mundiales de la Juventud: el encuentro con Cristo muerto y resucitado por nosotros, Redentor del hombre. Llevando la cruz sobre sus hombros, los jóvenes se convierten en portadores de la alegre noticia de la salvación y proclaman a los cuatro vientos que Cristo nos ha salvado del pecado y de la muerte.

Hemos querido que la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz sea el punto de partida de la peregrinación y, en cierto sentido, el inicio en nuestra diócesis de la intensa preparación de la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Madrid en el año 2011. Exaltar la cruz, levantarla sobre lo alto, de modo que todo el mundo la mire con fe y se salve, es una indicación que viene del mismo Cristo. Al referirse a su muerte, dijo: «Y yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12,32). Y añade el evangelista: «Esto lo decía indicando de qué muerte había de morir» (Jn 12,33). La muerte de Cristo sobre la cruz, ciertamente, lo eleva sobre la tierra en el sentido físico, al suspender su cuerpo entre el cielo y la tierra. Pero lo eleva también en su sentido profundamente espiritual, puesto que lo muestra como el gran signo del amor de Dios que muestra su perdón y reconciliación para con todos los hombres. En realidad, el crucificado es el exaltado, el que ha sido elevado gloriosamente -la cruz es gloriosa- como vencedor del pecado y de la muerte. Por eso la Iglesia ha cantado y canta a la cruz como signo de victoria y del triunfo. El amor de Cristo vence sobre todos los odios, rencores, venganzas y crímenes de los hombres. Es un amor que sana, libera, purifica, rescata y pacifica. Es un amor eterno e infalible. Es un amor humano y divino, capaz de elevarnos con Él a lo más alto de la gloria.

Queridos jóvenes: al peregrinar con la cruz por todas las parroquias de Madrid, pensad en el mensaje que portáis en vuestros hombros. Gozad con el privilegio que supone llevar la cruz de Cristo para mostrarla a todos sin excepción: mostradla especialmente a quienes no creen, a los que vienen sin esperanza de ser amados, a los que sufren las terribles cruces que otros cargan sobre sus frágiles hombros. Proclamad con palabras y gestos sencillos que Cristo ha llevado todas las cruces del mundo y las ha iluminado con su propia entrega a la muerte. Que ningún hombre se sienta solo en el dolor si sabe mirar al Crucificado.

Y vosotros mismos, como jóvenes cristianos, aprovechad esta ocasión de peregrinar con la cruz de Cristo para vivir con fidelidad vuestra vocación cristiana. En el bautismo y en la confirmación fuísteis sellados con la cruz de Cristo. Es una cruz imborrable. Sois siempre de Él y para Él. Los cristianos somos propiedad de Cristo. Eso significa hacer el signo de la cruz en nuestra frente, labios y corazón: afirmar que somos suyos. Pues bien, vivid siempre con el gozo de pertenecer a Cristo, Señor de la Vida. No hagáis de la cruz un signo banal, superficial o sin sentido. En la vida de cada día, tendréis ocasión de mostrar, haciendo la señal de la cruz, que elegís el amor, la sencillez, el servicio a los hermanos; que vuestra vida avanza por los caminos de la verdad, la humildad y la obediencia a los mandamientos de Dios; que no os movéis por los atractivos de este mundo que pasa, como es el dinero, la fama, el poder y la mentira; que queréis ser los bienaventurados del evangelio, los profetas de la esperanza, los misioneros de la paz y la verdad de Cristo.

Viviendo así, caminaréis hacia la Jornada Mundial de la Juventud como un acontecimiento de gracia extraordinaria en el que sin duda alguna experimentaréis el encuentro con Cristo. La Jornada no es un fin en sí mismo, sino un medio eficaz para avivar la fe y descubrir que sólo Cristo es la meta del hombre. La oración, las catequesis, la frecuencia de los sacramentos, las obras de caridad, todo lo que forma parte de la preparación de la Jornada de la Juventud, y la misma Jornada, os ayudará a ir decididamente al encuentro con Cristo, el Señor. Por ello, al iniciar esta peregrinación no penséis sólo en la meta temporal de la Jornada, sino mirad más lejos, contemplad la meta de vuestra vida, en la que Cristo resucitado brilla con una luz inextinguible, que ilumina nuestra existencia y nos llena del gozo de la vida eterna.

Encomendaos a la Virgen María de La Almudena, nuestra Madre, para que ella, que brilla junto a Cristo en la gloria celeste, sea vuestra estrella en el caminar de cada día y os eduque en la fortaleza cristiana tan necesaria para estar junto a Cristo al pie de la cruz.

Con todo afecto y mi bendición,

+ Antonio María Rouco Varela

Cardenal-arzobispo de Madrid

jueves, 9 de julio de 2009

¿Qué es una Encíclica?

Os presentamos la nueva Encíclica que el Papa presentó ayer en Roma...y ¿qué es una Encíclica?...en los comienzos de la Iglesia, las encíclicas eran cartas circulares que el Papa enviaba a todas las iglesias de una zona concreta. En la actualidad se denomina encíclica papal a la carta enviada por el Papa, no solo a religiosos y fieles laicos del mundo, sino también a todas las personas de buena voluntad como leemos en la introducción de la misma. El nombre de las encíclicas viene dado por sus dos primeras palabras en Latín, en este caso: "Caritas in veritate": La caridad en la verdad...